Este libro transcurre entre las décadas de 1940 y 1950 en el barrio zaragozano del Arrabal. Mi pequeña historia de aquel viejo Arrabal, no pretende ser una crónica minuciosa del ayer, pues el acervo de vivencias y anécdotas que allí ocurrieran no son inventariables, pero en todas sus páginas están latentes la cara y cruz de la vida en una mezcla acertadamente compactada entre golpes humorísticos y pinceladas de nostalgia. Hay un viejo adagio que señala que para conocer bien una cosa, es conveniente diseccionarla y estudiar con detalle cada uno de sus componentes; aplicando dicha sentencia, puede esperarse que la lectura pausada de Mi pequeña historia de aquel viejo Arrabal, permita conocer con más detalle cómo era nuestra querida e inmortal ciudad de Zaragoza, en estas décadas del siglo pasado.